Para ser seres vivos tenemos dos cosas que son inevitables hasta ahora, nacemos
y morimos. Nacemos y nos desarrollamos, también nos reproducimos, pero nadie
sabe cómo va a ser, ni qué va a ser, ni si siquiera cómo lo va a hacer en la
vida en el futuro por mucho que nuestros progenitores se empeñen en enseñarnos
el camino. Tampoco sabemos que nos va a deparar el futuro en cuanto a nuestra
naturaleza física y psicológica, igual tenemos una vida sana, igual no y tenemos
un camino tortuoso. Está claro que mantener unos hábitos sanos y saludables
ayudan a tener una mejor calidad de vida y un futuro mejor; mantener una buena
dieta, hacer deporte, llevar controlado el estrés, realizar controles médicos,
disfrutar del tiempo libre y de la familia. Todo esto ayuda, pero realmente
tampoco es una garantía suficiente ante los imprevistos que la caprichosa
naturaleza nos puede deparar. Desde que nacemos, nadie sabemos cuándo, ni dónde,
ni cómo nos va a llegar la obvia realidad del momento final, podrá ser de manera
accidental, podrá ser mediante una enfermedad, podrá ser incluso de manera
súbita o por decisión propia. Entonces, ¿estamos preparados para este último
momento? Seguramente NO, los seres humanos no tenemos o, no contemplamos, e
incluso no aceptamos algo tan natural como nuestra propia muerte. De hecho,
actualmente muy pocas son las personas que asumen y planifican este momento
antes de un accidente, una enfermedad o un fallo vital para que nuestras
familias puedan continuar de manera “normal” tras el duelo. Es fundamental
asumir la realidad, la muerte es un riesgo real, está ahí, no avisa y si se
presenta es vital tener una buena planificación financiera que asegure el
bienestar futuro de los tuyos cuando ya no estes. Es un hecho que en el mundo
actual vivimos pendientes de lo material, cuanto más mejor, damos prioridad a lo
irrelevante, preferimos obviar lo realmente relevante, sacrificamos y
renunciamos a los sentimientos sin pararnos a pensar en las desastrosas
consecuencias futuras cuando ya no estemos.
Antonio J. Mora Gran

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