Los deportes de riesgo para aquellos que lo practican presentan un peligro extremo, que pone en riesgo la integridad física de quienes lo practican, incluso para ellos supone un riesgo vital, exponiéndose ante graves consecuencias físicas e incluso la muerte.
Una de las grandes motivaciones en la practica de los deportes de riesgo es soltar una gran cantidad de adrenalina y a su vez encontrar el equilibrio, la perfección en el movimiento y la concentración para conseguir la victoria y la supervivencia para de nuevo, una vez más, poder volver a competir y buscar el más difícil todavía.
En el caso de que algo falle ¿cómo lo definiríamos?
Pues bien, aunque para muchas personas lo definen como suicidio, no se podría nominar como tal a pesar de saber los riesgos a los que se enfrentan las personas que lo practican. Al no haber una intencionalidad definida y clara de acabar con la vida sino todo lo contrario, una búsqueda al límite de la supervivencia ante la muerte, se trata de un accidente, “repentino, casual, súbito e imprevisto”.
Los que no practicamos deportes de riesgo, en menor medida, estamos expuestos de igual manera a cualquier tipo de accidente; repentino, casual, súbito e imprevisto. De echo, alrededor nuestro ocurre a diario, sin llegar a pensar que en cualquier momento nos pueda ocurrir, pensando que solo les pasa a aquellos que se exponen a situaciones de riesgo.
Por ello, es conveniente protegerse, al igual que quienes practican deportes de riesgo, están federados o tienen seguros, llevan protecciones, casco, paracaídas, líneas de seguridad, Etc. Etc. Etc. El resto debemos de estar protegidos ante la sorpresa y el riesgo súbito de un accidente.
Mi recomendación en este caso es protegerse con una póliza de seguros de accidentes, que te cubra los gastos médicos por cualquier tipo de accidente, un buen capital para el fallecimiento y la invalidez para que de esta manera puedas vencer el factor sorpresa una vez más
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